martes, 9 de julio de 2013

BESARIO: EL PRIMER BESO, por Nora Díaz Kreff



Sé que el primer beso cuesta.
De hombre a hombre, papá me decía: el beso es como las aceitunas de un frasco: la primera cuesta sacarla, 
las demás salen solas…
El amor, hijo, es difícil, delicado, como hacer un buen merengue. La medida justa, precisa. El batido exacto.
 Sí a las ganas, a las energías enfocadas en tu trabajo, no al exceso… porque se corta o empalaga.
Debería ser femenino, porque es como la mujer: inesperado, inseguro, voluble, frágil, rogado, impaciente, cálido, 
agresivo, esquivo, cambiante, inconstante, exigente, celoso, versátil, demandante, irracional, porfiado…
El día que la conocí entendí que debía jugarme por ella, atreverme. Era el regalo buscado entre sombras. El 
beso que nunca tuve, porque no existió. Fantasma de noches índigas y sueños esperanzados. Promesas internas
 del roce por lograr.
¡Volver a los 15 con casi 40! Mil palabras vestidas de olvido salieron de mí como agua de un río torrentoso.
Sentí el rojo fluido… excitado, recorrer mis venas al contemplar su piel de primavera, y presentir el aroma de
 azahar de su cuerpo voluptuoso.
Contenida pasión por la vida, deseos tantas veces relegados surgieron de mi voz. Ella…ella me escuchaba 
embelesada.
Frente a mí…sus ojos…
Adiviné en su mirada el reflejo de amor de la mía.
Nuestras vistas de a poco bajaron, enfoque de bocas, contacto apreciado.
Ya casi se unían, sedientas, ansiosas…buscando llenar el vacío.
En ese instante sublime, precioso….se cortó Skype y quedó para otro día.

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