Viajaba en tranvía. Era un trayecto largo y tedioso por aburridas
calles. Bien temprano llegaba a la
esquina, con
sol, con lluvia, en invierno y verano, y esperaba un rato hasta que llegaba traqueteando el viejo tranvía; ella
subía y si podía, se sentaba en la ventanilla del lado izquierdo. ¡Tenía que ser ese lado! Porque al ratito pasaba
por esa esquina donde lo veía.
sol, con lluvia, en invierno y verano, y esperaba un rato hasta que llegaba traqueteando el viejo tranvía; ella
subía y si podía, se sentaba en la ventanilla del lado izquierdo. ¡Tenía que ser ese lado! Porque al ratito pasaba
por esa esquina donde lo veía.
Al principio, en los
primeros viajes, lo miraba indiferente, como uno más, pero al pasar los días
sus sentimientos
fueron cambiando.
fueron cambiando.
¡Él era tan buen mozo,
un verdadero churro! Tan joven y tan lindo, porque lindo era la palabra que lo
describía,
con una belleza casi femenina. Bien afeitado, prolijamente peinado y vestido con una blanca camisa y una
formal corbata. Siempre.
con una belleza casi femenina. Bien afeitado, prolijamente peinado y vestido con una blanca camisa y una
formal corbata. Siempre.
El día en que por algún
imprevisto, si algo se interponía entre ellos,
no podía verlo, la invadía una profunda
tristeza que la acompañaba durante toda la jornada.
tristeza que la acompañaba durante toda la jornada.
Esperaba ese cruce de
calles en el que estaba segura que él estaría mirándola de frente. ¡Porque él también la
miraba!
miraba!
Ella era pobre. Feúcha y
mal arreglada porque no podía comprarse ropa fina. Trabajaba como
vendedora en un comercio de artículos de iluminación y el sueldo era poco para sus aspiraciones.
vendedora en un comercio de artículos de iluminación y el sueldo era poco para sus aspiraciones.
En cambio él era todo lo
contrario, ¡tan elegante! se notaba su prosperidad en la ropa que siempre
lucía.
Ella se fue enamorando
sin darse cuenta y todos los días cuando lo divisaba al pasar.
Lo besaba con toda el
alma, a lo lejos. ¡Qué beso tan sentido
le enviaba! Luego cerraba los ojos el resto del
camino imaginando los suyos, los que él le daría y su corazón se ensanchaba de felicidad.
camino imaginando los suyos, los que él le daría y su corazón se ensanchaba de felicidad.
¿Cómo serían sus
besos? ¿Dulces, fuertes, apasionados,
urgentes? La harían sentir temblorosa,
excitada, tan
feliz que podría morir si la besaba.
feliz que podría morir si la besaba.
Pero todo era un
sueño. Día a día pasaba a su lado; sus
miradas se cruzaban, pero ahí quedaba todo.
Sus
ojos se encontraban, esos ojos celestes con los de ella, marrones y opacos. No podía creer que él se fijara en
ella.
ojos se encontraban, esos ojos celestes con los de ella, marrones y opacos. No podía creer que él se fijara en
ella.
Al final de tantas pasadas
un día decidió terminar con la incertidumbre.
Iba a enfrentarlo. ¿Qué pasaría
cuando estuvieran frente a frente? ¿Se habría dado cuenta de los besos que ella le enviaba con sus ojos, sus
labios, su cara, con todo su cuerpo y sus pensamientos?
cuando estuvieran frente a frente? ¿Se habría dado cuenta de los besos que ella le enviaba con sus ojos, sus
labios, su cara, con todo su cuerpo y sus pensamientos?
Estaba aterrorizada. Esto que tenían la hacía feliz, le alegraba
el día y la acompañaba en sus tristes
noches; temía quebrar el momento mágico en que se cruzaban sus miradas. Pero hizo coraje.
noches; temía quebrar el momento mágico en que se cruzaban sus miradas. Pero hizo coraje.
Bajó temblando en esa
esquina que conocía solamente de pasada. ¿Era Flores o Caballito?
No importaba.
Cruzó la calle entre la
muchedumbre y ahí estaba él. ¡Tan lindo!
sonriente, con su camisa blanca y la hermosa
corbata.
corbata.
Lo contempló un instante…,
y entonces apoyó la cabeza sobre su pecho y luego, en los labios, depositó un
silencioso y áspero beso… en el aviso de Modart que se anunciaba en la pared.
silencioso y áspero beso… en el aviso de Modart que se anunciaba en la pared.
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