Es un animal
aristocrático y agudo; cazador, cariñoso y por sobre todo, independiente.
Curioso, dormilón
y de admirable destreza física, parece un gimnasta natural: realiza
diferentes
piruetas y saltos y trepa en cualquier lugar.
Tiene mucha
personalidad.
Para tratarlo, hay
que pensar "como un gato".
Quiere su propio
espacio. Y lo defiende.
Ve a las personas
como si fueran su mamá, lo que se nota cuando se acerca con
su cola tiesa y cuando
reclama porque tiene hambre.
Hay cuatro tipos
de caracteres: el tímido, que se mantiene a distancia, y al primer mimo
"se rompe el hielo" y se transforma en un animal muy apegado a los
suyos; el extrovertido
que no tiene
temor al hombre y luego de un tiempo se deja acariciar y se cobija en los
brazos de su amo; está el caprichoso, que lo toma todo a mal: su
"enojo" puede durar
horas y mejor no quitarle algo que él quiere; dispone
de muchas artimañas para dejar
en claro quién lleva la batuta; por último, el
tranquilo, al que le gusta la calma y el equilibrio.
A diferencia del
hombre, no ha perdido su identidad de animal semisalvaje e
independiente. Sin embargo
se le parece bastante: le gusta la
comodidad y el cariño;
es insistente y exigente, y quiere huir cuando se lo
quiere atrapar. Y por si esto fuera
poco, se lava las manos como si nada pasara.
Se alimenta,
principalmente, de roedores. No es vegetariano: necesita nutrientes de
origen
animal. La leche es su alimento preferido.
Desde los seis
meses de vida, hasta los nueve o diez, comienza la madurez sexual
de la gata; el
macho es apto desde los nueve u once meses. La hembra se muestra
más cariñosa. Se
frota contra personas y objetos, revolcándose y efectuando cabriolas
y
piruetas. La orina tiene un olor muy fuerte, que sirve de perfume atractivo a
los
machos de la vecindad.
Elegante como es,
se vestiría con pijamas, pues le encanta
"descansar" todo el día. Y
así pasearía por lugares verdes, con mucha
arboleda y muchos pajaritos, que son los
sitios que le apasiona recorrer...
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