jueves, 11 de julio de 2013

ANIMALARIO: EL MONO por SARA BERESLAVSKY


Es el más parecido al hombre, pero optó por ser mono.

Como el homo sapiens, es inteligente, vivaz, simpático y sociable.

Podría vestir un jardinero de jean, remera rayada y zapatillas acordonadas;
en cambio prefirió la modesta mantita de lana que trajo al nacer.

No necesita nada. Es feliz.

Se desliza de rama en rama en un vuelo ágil y armonioso. Al llegar al lugar
elegido, se rasca la cabeza, mientras selecciona el fruto que le va a servir de desayuno.

¿Alguna nuez verde?¿O algún coco? Se decide por el coco.

Con una ramita a modo de punzón, busca el punto exacto y lo perfora .Sus ojitos
vivaces brillan como dos granos de café al sol. Bebe el rico jugo .”¡Empieza bien
la mañana!” parece decir su lengua, mientras se relame, goloso.

Como flechas que surcan el bosque, se acerca su familia.

Bailarines del aire, en un juego de abrazos, palmadas y empujones, agitan ramas y hojas.

Por ahí anda su madre amorosa,  que hace poco tiempo lo destetó, después de
 amamantarlo durante los tres primeros años. Ella lo  llevaba a babuchas hasta
 que pudo valerse solo.

En un futuro cercano, tendrá que buscar una pareja estable; aunque mantendrá
una estrecha relación con su madre durante toda la vida.




En ese medio donde se desarrolla su existencia, encuentra el sustento: las hojas
de los vegetales, pequeños insectos y algunos otros manjares como frutos, raíces y flores.
Después del opíparo almuerzo, duerme una siesta reparadora.
El hecho de vivir en comunidad hace que toda la manada lo defienda, en caso de
 ser agredido, para lo que cuentan con un arsenal compuesto por cáscara de
 frutos y piedras, que arrojan en forma de proyectiles, para ahuyentar al enemigo.
Los aullidos estridentes despiden la tarde que llega a su fin.
Los montoncitos peludos, de variados tonos castaños, se acurrucan entre el follaje
de los árboles.
Comienzan los cantos de la noche. Los murmullos. Los susurros.

 

ANIMALARIO: EL GATO por Cachi Villanueva


Es un animal aristocrático y agudo; cazador, cariñoso y por sobre todo, independiente.

Curioso, dormilón y de admirable destreza física, parece un gimnasta natural: realiza
 diferentes piruetas y saltos y trepa en cualquier lugar.

Tiene mucha personalidad.

Para tratarlo, hay que pensar "como un gato".

Quiere su propio espacio. Y lo defiende.

Ve a las personas como si fueran su mamá, lo que se nota cuando se acerca con
su cola tiesa y cuando reclama porque tiene hambre.

Hay cuatro tipos de caracteres: el tímido, que se mantiene a distancia, y al primer mimo
"se rompe el hielo" y se transforma en un animal muy apegado a los suyos;  el extrovertido
 que no tiene temor al hombre y luego de un tiempo se deja acariciar y se cobija en los
brazos de su amo; está el caprichoso, que lo toma todo a mal: su "enojo" puede durar
 horas y mejor no quitarle algo que él quiere; dispone de muchas artimañas para dejar
 en claro quién lleva la batuta; por último, el tranquilo, al que le gusta la calma y el equilibrio.

A diferencia del hombre, no ha perdido su identidad de animal semisalvaje e
independiente. Sin embargo se le parece bastante:  le gusta la comodidad y el cariño;
 es insistente y exigente, y quiere huir cuando se lo quiere atrapar. Y por si esto fuera
poco,  se lava las manos como si nada pasara.

Se alimenta, principalmente, de roedores. No es vegetariano: necesita nutrientes de
origen animal. La leche es su alimento preferido.

Desde los seis meses de vida, hasta los nueve o diez,  comienza la madurez sexual
 de la gata; el macho es apto desde los nueve u once meses. La hembra se muestra
más cariñosa. Se frota contra personas y objetos, revolcándose y efectuando cabriolas
y piruetas. La orina tiene un olor muy fuerte, que sirve de perfume atractivo a los
machos de la vecindad.

Elegante como es, se vestiría con pijamas, pues  le encanta "descansar" todo el día. Y
así pasearía por lugares verdes, con mucha arboleda y muchos pajaritos, que son los
 sitios que le apasiona recorrer...
 

ANIMALARIO: EL DELFIN, por María Inés Ciancaglini



Allí están. Donde hay agua. Sobre el lomo del mar. Como si fueran los ciudadanos del mundo 
marino.  Alargados, suaves, desprovistos de pelaje, incapaces de hacer daño.
Cuando nadan a gran velocidad semejan acróbatas tratando de lograr la mejor pirueta.
Amigos de los barcos y de sus pasajeros,
acompañan las travesías mientras saltan y juegan con las olas, haciendo cabriolas y
 llenando de emoción y placer a aquellos que tienen el privilegio de contemplarlos.
Filósofos del agua, su inteligencia emocional los hace sensibles, amables, valientes,
 solidarios, comprensivos...  Así lo demuestra la dulzura que transmite la mirada de esos 
ojos tan pequeños, pero que tanto ven.

Son innumerables las historias que 
se tejen alrededor de sus hazañas.
Cuando desaparecen de la vista del 
hombre y se sumergen en las
 profundidades de los 
océanos no van a descansar, ya que 
nunca duermen. Bucean en procura de 
alimento, y emiten particulares ultrasonidos
 a los que los peces ingenuos acuden
presurosos.
Al revés del hombre, su cola es la que los
 mantiene de pie sobre la superficie del mar. 
Cuando se enamoran, sus juegos eróticos no difieren demasiado de los de la pareja humana:
 roces entre cuerpos, contactos que van y vienen, rituales amorosos, vientres que se unen y a los
 diez o doce meses nuevos delfines que pueblan los mares del mundo.
Con sus más de dos metros de largo y sus casi trescientos kilos se desplazan a velocidades 
increíbles, siempre en busca de aguas templadas.
Los imagino personas y pienso que se sentirían muy cómodos en los lujosos cruceros que 
surcan los mares del Universo.  Invariablemente, en cualquier puerto lejano, esperando por la 
próxima excursión.

ANIMALARIO: EL TIGRE, por Alcira Lembi



Se ha detenido, las rayas de su piel más tensas que nunca, en lo alto de la roca. Los radares de
 sus orejas barren el aire circundante en captura del mínimo rumor. Como un prisma olfativo,
 su nariz absorbe cada olor que rezuma la tierra, y los clasifica certeramente para asegurarse de que, una vez más, no hay peligro que amenace su presencia majestuosa. Luego se recuesta, 
largo y lánguido, retrae sus garras, entorna los párpados, aquieta el látigo de su cola. Silencio. 
Tigre en reposo.
Ha venido corriendo de lejos; ha cruzado manglares y sabanas, derribado jabalíes y búfalos;
 antílopes y ciervos fueron manjar en épocas de abundancia, pero supo conformarse con la rana,
 piedra vegetal que respira, o con el pez, hoja de plata que cimbra. Ha atravesado espacios
 pero también ha devorado siglos. Ha conocido el silencio primero de la tierra; en su sabia
 carrera ha entrevisto el amanecer y el esplendor de la naturaleza, y ha sido testigo del ocaso
 voraz de las especies; invicto en sus épocas primigenias, un buen día hubo de simular que 
abdicaba a su reinado ante el hombre que pretendió engañarlo ofreciéndole el trabajo hecho
 - casa y comida - a cambio de sumisión, o de su piel.
Ha retozado, amo entre sus hembras, para asegurarse la perpetuidad del nombre y la especie.
 Y ha seguido corriendo hasta aquí, hasta hoy, hasta ahora.
El sol bosteza. Él se yergue, se despereza apenas, afirma sus patas y lanza un rugido ancestral.
 Un silencio pavoroso le abre camino. Baja casi zigzagueante de la roca y se prepara. Es tiempo 
de reanudar su carrera.
Lo último que vemos es su cola. Traza un relámpago entre las piedras. 
Y se esfuma. 

miércoles, 10 de julio de 2013

Animalario,,,LA LAUCHA por BLANCA MAISON

 
                                                                                                    

La laucha es un animal insignificante y gracioso por lo pequeño,  con cierta habilidad para
marcar lugares estratégicos.  Su hociquillo, adornado con un bigote rígido, luce dos
saltones e inquietos ojos negros. 
Cuando aparece,  llega a  psicopatearnos… Y nos introduce, con seguridad, en un
infierno de histeria.
Habita en lugares inverosímiles, elegidos por un macho dominante. Y se reproducen
 en breve tiempo. Son archiconocidos en el mundo entero, y su fama,  siempre vigente,
es noticia por lo destructivas que son.
¡Siempre están! En el imaginario colectivo, se las ubica en lugares solitarios y oscuros,
como si estuvieran “cantando”  con una euforia casi única.
Hubieran subido al Arca de Noé, si no fueran tan “bribonas”.  O si no hubiera habido gatos…, esos que jamás retroceden ante semejante “manjar”… ni por falta de apetito

Animalario,,,La Hormiga por SUSANA EBBENS

                                
Ahí va, siguiendo impertérrita la hilera. Todo en ella es sorprendente: su pequeñez y su
tesón, la solidaridad con sus congéneres y su espíritu destructor. Nadie al verla creería
 que es una superviviente, que ha permanecido casi inmutable en el transcurso de la
historia de la tierra, mientras animales más fuertes, más grandes, más agresivos, se han
 transformado o extinguido. Hasta su cuerpo es excesivamente complejo para tan
 pequeño ser. En sus tres segmentos articulados posee dos pares de ojos, un
cerebro de buen tamaño, y hasta antenas para comunicarse con su mundo, que mantiene
 impecables con los ganchos limpiadores que tiene en sus patas anteriores. El tórax,
donde se alojan sus seis patas, se une con el abdomen por medio de una cinturita
de avispa. El abdomen tiene una constitución que asombra, ya que en su ínfimo espacio
 alberga dos estómagos, en uno de
los cuales almacena la comida para alimentar a la reina  y a las hormigas que, por
alguna razón, permanecen en el nido.
Los “estudiosos” la admiran y alaban: insecto social, habitante de un pueblo progresista,
con vida cooperativa en la que no se admiten peleas internas; la más desarrollada del mundo
 de los insectos; la más laboriosa; la más organizada; la ejemplar…
De los hormigueros dicen que son ”algo más que simples montículos de despojos y que el
 interior de estas, sus casas, está surcado de túneles y pasillos, a los que mantiene
 limpios y ordenados”. Claro, para ella es muy fácil, porque cuando camina sorteando
 obstáculos y, con su gran sentido de la orientación llega a su vivienda subterránea,
 lo hace socavando la tierra, causando daño, destruyendo zócalos y dejando sus
 montículos de despojos, convirtiendo las habitaciones de una casa en paisajes lunares,
y obligando a vivir a la gente, conteniendo la respiración para evitar el desagradable
 olor de los venenos variados con que, infructuosamente, se intenta librarse de ella y sus
 amigotas.
atuendo. Allí priman los recuerdos de la infancia de cualquiera a quien le hayan leído
cuentos… y aparece entonces la hormiguita viajera. Y ese “cualquiera” hasta podría
deshacerle las trenzas y despojarla de su falda roja, para reencontrarse con su
enemiga, y con  insólita maldad, descubrirse deseándole una suave pero molesta artrosis en
cada una de sus incansables patas.
Si fuera hombre,  sería quizá un político, almacenando para sí sin importarle mucho el mal
que causa a su paso… O un cartero de los de antes, caminando tenaz y responsable bajo
la lluvia, el frío o el sol ardiente y abrasador.
Si una hormiga soñara, creo que anhelaría ser alta y bella. Ir por ahí segura y firme,
sin temer constantemente el pisotón que acabe en un segundo con su vida monótona,
organizada, trabajadora…
La memoria de ese “cualquiera” hasta podría jugarle una mala pasada, para recordar al
autor o autora de una poesía en la que una madre sufre por la insensibilidad de su hijo
cuando lo ve pisar una hormiga::
“…y tu inocente pie pisó una hormiga.
Tú seguiste jugando por el patio.
Rezo estos versos yo por la hormiguita.”
Ahí va, siguiendo impertérrita la hilera. Todo en ella es sorprendente: su pequeñez y su
tesón, la solidaridad con sus congéneres y su espíritu destructor. Nadie al verla creería
 que es una superviviente, que ha permanecido casi inmutable en el transcurso de la
 historia de la tierra, mientras animales más fuertes, más grandes, más agresivos,
 se han transformado o extinguido. Hasta su cuerpo es excesivamente complejo para tan
 pequeño ser. En sus tres segmentos articulados posee dos pares de ojos, un cerebro
 de buen tamaño, y hasta antenas para comunicarse con su mundo, que mantiene
impecables con los ganchos limpiadores que tiene en sus patas anteriores. El tórax, donde
se alojan sus seis patas, se une con el abdomen por medio de una cinturita de avispa. El
 abdomen tiene una constitución que asombra, ya que en su ínfimo espacio alberga dos
estómagos, en uno de
los cuales almacena la comida para alimentar a la reina  y a las hormigas que, por
 alguna razón, permanecen en el nido.
Los “estudiosos” la admiran y alaban: insecto social, habitante de un pueblo progresista,
 con vida cooperativa en la que no se admiten peleas internas; la más desarrollada del
mundo de los insectos; la más laboriosa; la más organizada; la ejemplar…
De los hormigueros dicen que son ”algo más que simples montículos de despojos y que el
interior de estas, sus casas, está surcado de túneles y pasillos, a los que mantiene
 limpios y ordenados”. Claro, para ella es muy fácil, porque cuando camina sorteando
obstáculos y, con su gran sentido de la orientación llega a su vivienda subterránea, lo hace
 socavando la tierra, causando daño, destruyendo zócalos y dejando sus montículos de
despojos, convirtiendo las habitaciones de una casa en paisajes lunares, y obligando a vivir a
 la gente, conteniendo la respiración para evitar el desagradable olor de los venenos
variados con que, infructuosamente, se intenta librarse de ella y sus amigotas.
atuendo. Allí priman los recuerdos de la infancia de cualquiera a quien le hayan leído
cuentos… y aparece entonces la hormiguita viajera. Y ese “cualquiera” hasta podría
deshacerle las trenzas y despojarla de su falda roja, para reencontrarse con su
enemiga, y con  insólita maldad, descubrirse deseándole una suave pero molesta artrosis en
cada una de sus incansables patas.
Si fuera hombre,  sería quizá un político, almacenando para sí sin importarle mucho el mal
 que causa a su paso… O un cartero de los de antes, caminando tenaz y responsable bajo
 la lluvia, el frío o el sol ardiente y abrasador.
Si una hormiga soñara, creo que anhelaría ser alta y bella. Ir por ahí segura y firme,
sin temer constantemente el pisotón que acabe en un segundo con su vida monótona,
organizada, trabajadora…
La memoria de ese “cualquiera” hasta podría jugarle una mala pasada, para recordar al
autor o autora de una poesía en la que una madre sufre por la insensibilidad de su hijo
cuando lo ve pisar una hormiga::
“…y tu inocente pie pisó una hormiga.
Tú seguiste jugando por el patio.

Rezo estos versos yo por la hormiguita.”

Animalario: LA TORTUGA por LIESEL M RODERA


Animalito manso y querido, vive en jardines, compañera de los niños, por no causarles daño, pero
ahí está, cerca de ellos como diciendo “Aquí estoy”.
Tiene el cuerpo cubierto por un escudo que, en algunas oportunidades, fue usado para hacer objetos diversos de adorno:
collares, estuches, peinetas, boquillas.
Encerrada en una especie de caja muy resistente, saca por un lado la cabeza y las
extremidades anteriores, y por el otro, la cola
 y las extremidades posteriores. La cabeza es muy pequeña y arrugada como una viejecita.
No tiene dientes, sino un pico que le sirve para
triturar el alimento. Si la atacan esconde su cabeza, su cola y las extremidades.
Es invulnerable.
Puede pasarle por encima un carro cargado de materiales y quedaría ilesa.
Es una animal útil, pues vive en jardines y come insectos perjudiciales para las plantas.
Si fuera una persona sería buena, tranquila, tratando de proteger a quienes la rodea.
 Se vestiría con ropa oscura y sencilla y le gustaría recorrer el mundo a paso lento y pausado,
será por eso la frase que dice: ”Sos lenta como una tortuga”.
Por su paciencia me gustaría ser como ella, pero ¿de cuántas horas debería contar un día
para realizar mis quehaceres y servir al otro con asiduidad y rapidez?
Ah, cuando pongas una tortuga en tu jardín, no tengas una azalea, pues su ingestión es
veneno
 para esa mascotita indefensa, y no te olvides de colocar un recipiente con agua, pues
ella necesita refrescarse como nosotros, sufre el calor y le gusta estar limpia.

ANIMALARIO: EL CABALLO por Mercedes B Colantonio



La cabeza altiva, el cuello largo y
arqueado, las patas finamente
 perfiladas y una cola larga y
 flexible dan armonía a un
cuerpo de 205 huesos que,
visto de cualquier ángulo, es
 digno de elogio.
 
Tranquilo, expone un paso
cadencioso; activo, es
enérgico en su trote...pero
 cuando galopa, sus crines
 dóciles y densas, ondeadas por
el viento y su andar ágil y veloz,
lo muestran como prototipo en todos los ámbitos donde se desplaza.

Aparentemente demuestra indiferencia en cuanto ocurre a su alrededor.  Sin embargo, la
sutileza de sus sentidos, hacen del équido, el animal elegido por el hombre de todos los
 tiempos para las acciones más diversas, ayudado por su condición sociable para con su
especie, con otras especies y con el ser humano.
 
Siempre alerta, duerme de pie o tumbado, no importa, y lo hace en cortos períodos.
Las hierbas verdes o secas, son su delicia.
Fue, en otros tiempos, emblema en el campo, en las tareas pesadas, o de tiro llevando carruajes

con abultadas cargas.
Obediente, intrépido y sagaz, es protagonista en el área hípica, polo, doma, pato.  ¡Es incomparable!
Su pareja puede tener sólo un vástago (para muestra basta un botón).
Pero la historia, ¡cómo lo recuerda!, cuántas celebridades!: Rocinante, Babieca,



Bucéfalo, Marengo, Palomo, Laznas, Genitor y tantos anónimos que, con su fidelidad,  
marcaron su especie, diferenciándolo del hombre que, veces claudica por sus limitaciones,
pero equiparándose con él en su trabajo constante mientras el tiempo no erosione su temple.
¡Cómo sería si la razón coronara su estirpe! Tal vez la austeridad y la persuasi6n aflorarían
 en su ser, para convertirlo en un demócrata o en un caudillo, según fuere el escenario que pisara.
 Entonces, su ropaje enmarcaría su silueta con atuendos sobrios y de buen gusto, o con uniformes
austeros o con simples prendas que identificarían su accionar.
Lo cierto es que Dios, en la Creación, brindó privilegios a este ser para que acompañara al

 hombre en todas sus aventuras y labores, convirtiéndolo en su mejor AMIGO
 

 
 

CARAMELOS SUELTOS por Arnie Noejovich


Avisos Clasificados

  1. Besador profesional se ofrece por cama y comida. Elbes Ador
 
  1. Ofrezco servicio “boca a boca”.

  1. Besante, besador, besuqueiro, beseiro, osculador, osculeiro. Amplio menú. Reservas al 69 69 69. Preguntar por “BOQUITA”.

  1. Bes-hada te besa de los píes a la cabeza. Precios según zona. Hago domicilios.

Variedades

 
  1. Hay besos que son como la ropa de mala calidad: se arrugan y destiñen.
 
  1.  Los besos tristes son los que se caen de la boca y se estrellan contra el piso sin encontrar destinatario.

Galletitas surtidas

 
  1. No beso tu boca de fresa porque temo manchar mi camisa. 

  1. Desde que escuché a aquella mujer tengo miedo de besar.
      Ella dijo “tus besos me queman”-.

      Y yo no quiero tener cicatrices.
 
  1. “Bechamé” dijo la negrita. Él la tomó en sus brazos, la metió en un caldero, le agregó harina y leche y comenzó a batirla.
 
  1. - Tus besos me marcan – dijo la mujer.
      Ahora anda por ahí como todas las vacas del estanciero.

 
  1. -Voy a embrujarte con mis besos.
- ¿Y me convertirás en sapo?
      
  1. La princesita recorrió el arroyo besando a cuanto sapo encontraba.
Y ninguno se volvió príncipe.

  1. O-besidad: enfermedad que contraen los que abusan de los besos.

  1. Besaltum: beso dado por individuos que superan la estura media.
 
  1. Hay besos que tienen sabor a pescado. Son los que se dan… en la trucha.

  1.  Se me llenó el corazón de besos. Ahora me llevan al quirófano para destaparme las arterias.

  1.  Cuando el dinero es mal empleado, se habla de malversación.
 Cuando los besos no son bien administrados, ¿se trata de una     malbesación?

 
  1.  Cuando besás a tu madre, dicen que sos un buen hijo.

Cuando besás a tu mujer, dicen que sos un marido enamorado.

¿Por qué entonces, cuando besás a la mujer ajena dicen que sos un terrible hijo de puta?


Ficciones mínimas


Nunca me habían besado así. Fue tanto el ardor que la llama del deseo subió urgente hasta mi boca.

Después habló. Y supe que ese beso no era para mí.

Entonces, se lo devolví.

Beso a beso levantó una pared.

Ahora están uno a cada lado del muro.

-       Bésame – dijo uno

-       ¿Acá? -

-       Sí -.

-       ¿Ahora? –

-       Sí -.

 Entonces, Él y el Otro sellaron sus labios.    

 
Ésta es la confirmación de que hay besos que matan.

El gato lamía constantemente la pecera. Hasta que el pececito saltó para corresponderle.