miércoles, 27 de noviembre de 2013

UNA TRILOGÍA PARA EL ANÁLISIS



UNA CANCIÓN PARA MARION - 2012
Título original  Song for Marion (AKA Unfinished Song)  -  Año 2012    Duración 93 min. - País  Reino Unido  - Director  Paul Andrew Williams  -  Guión Paul Andrew Williams  - Fotografía Carlos Catalán  - Reparto Vanessa Redgrave, Terence Stamp, Gemma Arterton, Christopher Eccleston, Barry Martin, Taru Devani, Anne Reid, Elizabeth Counsell, Ram John Holder, Denise Rubens, Arthur Nightingale, Jumayn Hunter, Orla Hill, Calita Rainford

Sinopsis
Una mujer mayor, enferma de cáncer, encuentra un remanso de paz en un grupo de señores jubilados que se reúnen para cantar. Su marido, un hombre gruñón y controlador, además de considerar inadecuada la conducta de su mujer, tiene una pésima relación con su hijo.

NUESTRA CANCIÓN INACABADA
Marion (Vanessa Redgrave) se está muriendo. Su marido, Arthur (Terence Stamp) es su fiel compañero de fatigas, su mejor amigo y gran sobreprotector, un hombre huraño y malhumorado que sólo se muestra vulnerable ante su mujer (o eso cree él). Marion participa en el coro local de la tercera edad, que se prepara para una competición regional. Este pasatiempo ayuda a Marion a soportar los duros momentos que atraviesa, pero Arthur cree que su mujer no está para esos trotes -es decir, para rapear y rockear como los jóvenes. La directora del coro, Elisabeth (Gemma Arterton), intentará convencer a Arthur de que se una al grupo y los ayude a ganar el concurso con su dulce y profunda voz.
Así funciona Una canción para Marion, uno de esos dramas que se aproximan a los temas más duros desde una perspectiva optimista. Sus giros, sus recursos que consiguen conmover a los espectadores y, de fondo,  su corazón bombeando fuertemente. La película de Paul Andrew Williams es una apuesta segura, en el mejor sentido de la expresión. No hay nada fuera de lugar en Una canción para Marion. Cumple las expectativas sin salirse en ningún momento de su esquema, y resulta reconfortante.
Lo hemos visto muchas veces: un grupo de personas en el último capítulo de sus vidas demostrando que nunca es tarde para hallar la felicidad. Y esta cantinela, por muy repetitiva que sea, acaba tocando la fibra sensible, lo queramos o no. Porque todos necesitamos a alguien que termine nuestra canción inacabada.
Para que este tipo de relatos tengan el efecto deseado en el público (sollozos, sonrisas y ganas de vivir), un buen reparto es determinante. Y afortunadamente, Una canción para Marion cuenta con ese elenco.. Terence Stamp está perfecto en su papel de gruñón antisocial sin ningún tipo de intención de agradar a nadie, ni siquiera al espectador. Vanessa Redgrave está magnífica, en un equilibrio perfecto entre vulnerabilidad y fuerza. El hijo de la pareja está interpretado por Christopher Eccleston, el mismísimo Ninth Doctor, con el que Stamp comparte un par de escenas destacables. Sin embargo, la verdadera revelación de Una canción para Marion es la infravalorada y no siempre aprovechada por el cine,Gemma Arterton. Su Elisabeth es quizás el personaje más interesante y con más aristas de la película. Los ojos llenos de lágrimas y la sonrisa radiantemente triste de Arterton son lo mejor de Una canción para Marion.


EL ÚLTIMO CONCIERTO – 2012--
Título original  A Late Quartet – Año 2012 – Duración 105 min. – País  Estados Unidos – Director  Yaron Zilberman  - Guión Seth Grossman, Yaron Zilberman Música Angelo Badalamenti  - Fotografía Frederick Elmes  - Reparto  Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Christopher Walken, Mark Ivanir, Imogen Poots, Wallace Shawn, Madhur Jaffrey, Liraz Charhi, Megan McQuillan, Marty Krzywonos

Sinopsis
Tras 25 años cosechando éxitos y gozar de fama mundial, y en plena preparación de un concierto para celebrar su cuarto de siglo profesional, el futuro de un cuarteto de cuerda de Nueva York recibe un duro golpe que puede poner en entredicho su supervivencia. El violonchelista de la formación está padeciendo los primeros síntomas del Parkinson, una enfermedad que en poco tiempo pondrá fin a su carrera como intérprete. La incertidumbre sobre su futuro se apoderará del cuarteto, dando rienda suelta a emociones reprimidas, egoísmos y reproches que pondrán en entredicho años de amistad y colaboración profesional.

Acordes y desacuerdos
Uno de los instantes más precisos de El último concierto (A Late QuartetYaron Zilberman, 2012) muestra al personaje de Christopher Walken, pulmón dramático que insufla aire al film, recordando a sus alumnos su encuentro con el célebre Pau Casals. Tras tocar frente a él cuando era un torpe aprendiz, en lugar de señalar sus múltiples defectos, Casals destacó sus virtudes, aunque fueran involuntarias. Y lo demás, dejémoslo para otros. Una lección que deberíamos aplicar más a menudo a la propia crítica cinematográfica, a veces más preocupada en destruir y alabar sin término medio, que en resaltar esos hallazgos que convierten cada película en única, que la integran en la historia del cine. Por ello, quizás más que nunca sea el momento de escribir sobre películas de las que realmente tengamos algo noble que decir, que nos necesiten, que pidan a gritos que alguien las rescate. Y probablemente este tampoco sea el espacio en el que hacerlo, he ahí el reto. Acerca de El último concierto resulta tentador pensar en una retahíla de tópicos y lugares comunes, en ocasiones la película no escapa de ellos, desde resaltar el gran nivel de sus cuatro protagonistas hasta la comparación con la reciente El cuarteto (Dustin Hoffman, 2012), en un ejercicio que no sólo no llevaría a ningún sitio, sino que probablemente alguien ya habrá hecho antes.

El último concierto aborda con estricta planificación narrativa -quizás excesiva- el devenir de un exitoso cuarteto de cuerda de Nueva York, que se enfrenta a la enfermedad de uno de sus miembros y a su posible desaparición. Asistimos a su fragilidad profesional tras 25 años de carrera, pero también a la personal, la de un matrimonio y la de una amistad en las que afloran todas las disputas, los resentimientos y los celos que estaban silenciados por el sonido de la música y el éxito. Frente a la adversidad y la sensación de traumática soledad con la que conviven todos sus personajes, observamos la necesidad de búsqueda de armonía y compenetración musical entre los intérpretes, otro de los temas que trascienden en el guión de Seth Grossman co-escrito por Zilberman, llegando hasta el punto de que los propios actores aprendieron a tocar sus instrumentos para dar credibilidad a la película. Las referencias a la música clásica también son constantes, ya sean explícitas en conversaciones o a través del diseño artístico, como veladas a los reconocidos cuartetos Brentani o Guarneri, por lo que en realidad la historia del cuarteto no tiene mayor relevancia, sino que ésta sirve de escenario para esbozar las consecuencias que la música clásica deja tras de sí en sus vidas, sus acordes y sus desacuerdos.
Pese a su fuerte construcción dramática, casi terapéutica, el film adolece de cierta espontaneidad en la puesta en escena, de algún sonido o imagen improvisados que estremezcan más allá de la banda sonora de Angelo Badalamenti. El rol de la hija de Seymour Hoffman y Keener y su relación con Mark Ivanir -sustituto a última hora de Ethan Hawke-, junto al carisma y la integridad de Walken (cada una de las palabras de su discurso final pueden servir como despedida a su paso por la gran pantalla), son los mayores alicientes de una trama demasiado ajustada y contenida, con miedo a desafinar, pero que afortunadamente, en lugar de melodramatizar con el parkinson, resuelve su último concierto con estoica naturalidad. Tal es así, que concluye en off, viendo el escenario desde la platea. Porque la existencia se afronta mejor mientras la música suena, antes de bajar el telón.



EL CUARTETO – RIGOLETTO EN APUROS – 2012 --
Quartet – Año 2012  - Duración 95 min.  –País   Reino Unido  - Director   Dustin Hoffman
Guión  Ronald Harwood (Basado en su obra de teatro) Música  Dario Marianelli  - Fotografía  John de Borman  -  Reparto  Maggie Smith, Tom Courtenay, Billy Connolly, Pauline Collins, Michael Gambon, Sheridan Smith, Luke Newberry, Jumayn Hunter

Sinopsis
Un grupo de viejos amigos que viven en una residencia para cantantes de ópera retirados organizan cada año, coincidiendo con el aniversario de Giuseppe Verdi, un concierto para recaudar fondos que les permitan mantener la casa en que viven. Los problemas surgen con la llegada de una nueva residente.


MELODÍA DE VITALIDAD
Bajo el ridículo nombre local de Rigoletto en apuros –el nombre original es Quartet y le hace más justicia- se estrena esta película que marca el debut del actor Dustin Hoffman como director para adaptar a la pantalla grande una pieza teatral de Ronald Harwood (guionista de EL PIANISTA y autor de EL VESTIDOR), que en esta oportunidad también colaboró como guionista.

La música y la vejez van de la mano en la Residencia Beecham, hogar que necesita financiamiento para no cerrar sus puertas en forma definitiva y así dejar desprotegidos a sus residentes, todos ellos músicos o cantantes de ópera que comparten el último tramo de su existencia contagiando vitalidad pese a los achaques físicos, las enfermedades propias de la edad, porque gozan de la música desde que se levantan por las mañanas; en los ensayos durante el día y a toda hora, tanto dentro como fuera de la casona, dirigida por una médica joven que apuesta a la terapéutica de la tercera edad desde las actividades recreativas hasta el contacto con niños o adolescentes que los visitan y reciben a cambio de clases o de la sabiduría de la edad.

Los protagonistas de esta comedia humanista, fresca y sencilla, son cuatro ancianos encarnados nada menos que por cuatro notables actores que brillan en sus respectivos papeles y aportan su carisma incuestionable en cada escena, donde se nota el oficio para encarar con enormes matices, sensibilidad y riqueza compositiva a sus personajes.

Entre este cuarteto es de destacarse por un lado Maggie Smith en su rol de la ex diva de la ópera Jean Horton, quien en su época de esplendor artístico también vivió tórridos y fugaces romances que le valieron una reputación bastante cuestionable para la prensa e incluso dejó despechado a Reginald Paget (Tom Courtenay), otro cantante prestigioso que integró el cuarteto en sus épocas doradas junto a su amigo Wilfred Bond (Billy Connolly), un pícaro seductor que no ha perdido las mañas ni el sarcasmo británico tan característico.
 

Completa el cuadro protagónico Cecily Robson (Pauline Collins), entusiasta soprano también poseedora de un timbre celestial que padece esporádicas ausencias o pérdida de memoria, aspecto que mantiene en vilo a sus amigos de la residencia.

La llegada de la flemática Jean, la más prestigiosa de las cantantes de allí, genera revuelo entre los habitantes del lugar pero el principal afectado es Reginald, quien a pesar del dolor por haber sido engañado por ella no deja de sentirse nuevamente impulsado hacia la reconquista de su antiguo y único amor, aunque el tiempo parece no haber cicatrizado aquellas heridas del pasado.

La posibilidad del reencuentro, superado el rencor, de los cuatro y armar otra comunión de voces para volver a ser disfrutadas en la gala anual por colegas, personal de la residencia y amigos, entre quienes se destaca como gran secundario Michael Gambon, se presenta en la alternativa de interpretar el cuarteto de la ópera Rigoletto y en ese nuevo comienzo renace el valor de la amistad por encima de las rencillas, celos, vanidades y todo aquello que para la juventud resultaba importante y que en la senectud solamente es un mal recuerdo.

El film de Dustin Hoffman en calidad de director es disfrutable de cabo a rabo básicamente por contar con un reparto de lujo (todos ellos superan los 70 años), en primer lugar por brindarles personajes donde la vejez es un atributo y no una carga o castigo y en segundo término por abordarla desde un enfoque que privilegia la intensidad de vivir más que la irrefutable pérdida de la juventud como parte del proceso natural del envejecimiento.
Cabe anticipar al público que en los créditos finales hay una pequeña sorpresa que vale la pena descubrir para hacer la experiencia más completa y para salir del cine con el ánimo renovado y el alma reconfortada.  

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